El día que Más Café abrió sus puertas, en San Félix entre Heredia y San Basilio (ciudad de Santiago de Cuba), no sabía que inspiraría otros emprendimientos similares en la urbe.
Y no es sólo la calidad de sus ofertas, su céntrica locación, o un menú simple donde el «no hay» parece haber sido desterrado, en realidad –en mi modesta opinión– es el clima que se respira en el local lo que más atrae, el ambiente, y la cultura de cuidar hasta el más mínimo detalle, como la iluminación.
Antes de Más Café, la ciudad de Santiago de Cuba realmente adolecía de ese tipo de sitio pequeño, acogedor, íntimo, que invitara a beber la humeante bebida, compartida entre charlas y amigos.
Lilian de la Caridad Duvergel Sánchez es la persona que impulsó la creación de Más Café, una mujer sencilla, joven que conoce muy bien este tipo de emprendimiento porque empezó desde “abajo”, como se dice en el negocio de la gastronomía.
“Hace más de tres años que inicié el emprendimiento de crear un local que fuera para compartir un café y a esto agregarle la posibilidad de degustar comidas rápidas y ligeras”, asegura y añade “la idea nació porque iba mucho al café que está en la calle Enramadas, que pertenece a la EGREM. Cuando salía del gimnasio siempre pasaba por ahí y me tomaba un café. Entonces visualicé la posibilidad de tener un espacio así con esas características, porque realmente la ciudad estaba carente de locales así, pero privados”.
Después de ella, comenzaron a surgir pequeños cafés en la ciudad de Santiago de Cuba con similares características, pero en el sector privado. Antes, existía la línea Café Ven, luego Café Cubita, pero estos eran del área estatal.
Sin embargo, la diferencia de Más Café con sus similares estatales y privados, siempre ha sido la visualidad, el clima que lograba crear con su decorado, colores, muebles, etc.
“Para mí los detalles son importantes, donde quiera que uno esté, tiene que rodearse de un espacio agradable, para uno permanecer, de lo contrario llegas a un sitio que no te gusta y quieres llegar e irte con la misma. Si además es un lugar para conversar, para compartir, para beber un café, para hacer un negocio, para pasar tiempo con amigas, pues es incluso más importante esos detalles que a uno le rodean, dígase decoración, iluminación, presentación de los platos, etc., todo eso te hace volver a ese sitio”.
Lilian posee una formación muy integral. En su historia trabajó como dependienta en el restaurante El Madrileño y en El Palenquito, mientras que en el horario alterno, estudiaba en la Universidad de Oriente la carrera de Licenciatura en Economía.
Esa combinación del conocimiento universitario en una carrera afín a la administración de negocios y empresas, y de trabajar arduamente directamente con el cliente, pues le ha permitido a Lilian –junto a la genuina modestia que siempre le acompaña– dirigir un emprendimiento que goza, por encima de todo, de gran popularidad, y no sólo por poseer un menú sencillo que cumple con las expectativas, sino por respetar al cliente.
“Soy una persona que le pone un «pero» a todo, eso hace que tenga que esforzarme más en la calidad del servicio, desde que se recibe a un cliente hasta que se le despide siempre tiene primar el buen trato”.
Esa «sensación» de que todo puede hacerse mejor la ha llevado a dirigir no sólo un pequeño emprendimiento exitosos, sino que destaca como un sitio donde las personas pueden sentirse bien atendidas.
Esta joven emprendedora confiesa levantarse desde las cinco de la mañana para hacer, religiosamente, una rutina que incluye ir hasta Más Café y verificar que todo esté en orden.
“Pero antes de empezar mi día de trabajo siempre me tomo mi cafecito, ese no puede faltar, es el que me da buena energía. Luego hago esa rutina que te explicaba, de darle buena vibra a todo. Ya las personas que trabajan conmigo se han acostumbrado a mi forma y saben cómo me gusta que funcione todo, eso me permite optimizar y así dirigir Más Café. De alguna manera he creado una cultura de trabajo que comparto con toda persona que viene a trabajar conmigo”.
Esta joven mujer, de tan sólo 29 años, estudió economía en la Universidad de Oriente, aunque no era la opción que más deseaba, pues anhelaba ser psicóloga. No obstante, admite que realmente le gustó mucho estudiar esa especialidad al extremo que llegó a impartir docencia.
El nombre de Más Café nació como bateador emergente. Inicialmente se consideró Café Hartman como identificativo, pero por varios motivos se desechó, a lo que un trabajador fundador sugirió «Más Café» pues no sólo se serviría la humeante bebida.
“Al inicio teníamos una amplia variedad de café, pero nos dimos cuenta que no funcionaba, nos concentramos en dos o tres que eran los que más se pedían, entre ellos el cappuccino, frappuccino, el cortadito, el café con leche, el americano y el expreso. Desde siempre tenemos una carta muy sencilla porque no nos gusta decir al cliente «No Hay». Tenemos en el menú aquellas cosas que realmente podemos mantener”.